Hoy me gustaría poder dar un abrazo tan fuerte que rompiera los poquitos miedos que le queden, a una persona muy especial y muy valiente….. pero está tan lejos.
¡Qué maravilla la magia del abrazo! ¿Habéis tenido la gran suerte de que alguien os haya abrazado tan fuerte y tan bien, que todas las preocupaciones se evaporasen? ¿Qué te hiciese sentir tan querid@ y protegid@ que todo en tu vida se convirtiese en esos segundos, en algo maravilloso? Todos en la vida deberíamos poder sentir o poder producir esa sensación tan agradable.
¡Cuántas cosas se conseguirían si fuésemos más proclives al abrazo! Creo que si nos paráramos a pensarlo, empezaríamos de inmediato a darlos con más frecuencia. Abrazos tiernos que te consuelan, intensos que demuestran cariño, amistosos que implican simpatía, protectores que te quitan los miedos…tantos y tantos, que es imposible mencionarlos todos.
De todos ellos, yo me quedo con el de la frase, pues un abrazo que hace desaparecer tus miedos es sincero, sencillo y por su propia simplicidad, emotivo. Recibirlo, un placer. Poder darlo, un auténtico lujazo. Tendríamos que ensayar abrazos para aprender, pero quizás ese espontáneo de esa persona que siente tu temor, es el más gratificante.
Abrazar es «estrechar, rodear con los brazos en señal de afecto», qué bonita definición ¿no? Mostrar el querer «achuchando»…. Me vienen de la memoria los abrazos de los que yo he disfrutado y los que he podido dar, y me estremezco sólo con pensarlo. El abrazo a tus hijos cuando de pequeños tienen esos miedos incipientes de la infancia, o ya cuando son mayores ese apretón de bienvenida, con el que les estrujas tanto que casi les rompes porque quieres decirles lo mucho que les echas de menos, ese abrazo con un amig@ en un momento malo, que hace que por un instante la preocupación se desvanezca, ese abrazo a tus personas queridas con el que demuestras lo importantes que son para ti, ese mimo al «acucharte» junto a la persona querida…. ¡esos abrazos!. Ellos forman parte de nuestra vida, y por desgracia no les damos la importancia que tienen, porque a veces por pudor, vergüenza o timidez no nos atrevemos a ofrecer o recibir esa demostración y desperdiciamos la oportunidad de un momento único.
Animaros a abrazar cuando el cuerpo os lo pida, no hace falta pedir permiso y aunque podéis causar sorpresa, el que lo reciba se sentirá encantado, pues hasta las personas reacias a aceptarlos, íntimamente lo agradecerán ya que a todos nos gusta que nos quieran.
Abrazos, achuchones, apretones, mimos, ……. como más os guste, pero no los dejéis para otro día.
Mañana, miércoles ya…. vivid y divertíos.
