El estrés.

0b386faefe8cb429890180d495c24d49

¡Guau, el estrés!, ¡Cuántas dificultades ha causado en nuestras vidas! Que de ratos insoportables y altamente peligrosos ha producido y qué pocas formas de combatirlo hemos encontrado. Y la mayor parte de las veces, ha sido producido, por un idiota que despierta ganas de estrangularlo y que al no poder hacerlo, va provocando en nosotros una acumulación de exigencia personal con la que demostrar que somos los más fuertes.

Al final, el estrés nos lo producimos nosotros mismos, por la exigencia desmedida que le pedimos a nuestra propia vida, para cumplir con las solicitudes de gente variopinta. ¡No nos damos cuenta que la vida sólo nos dice que seamos felices!. La entrada en un mundo competitivo y exigente, nos hace pedir al cuerpo y a la mente un esfuerzo cada vez mayor. Es un tema cultural, nos han enseñado a intentar ser cada vez mejores, a no parar nunca, a no saber poner freno a tiempo, y todo para llegar a una cima a la que nunca se llega.

Y así, cuando nuestro cuerpo nos hace parar, porque no hemos hecho ni el más mínimo caso a las señales que durante un tiempo nos ha mandado, caemos en un pozo tan profundo,  que necesitamos un esfuerzo ímprobo y mucha ayuda para volver a ver la luz de sol y empezar de nuevo a caminar. Durante muchos años, viví con el acelerador a tope, me parecía que si paraba me iba a perder algo, se me iba a escapar el tiempo, y corría no dejando hueco para disfrutar de lo que me iba encontrando. Un buen amigo, que lamentablemente ya no se encuentra entre nosotros, siempre me decía, que lo que yo necesitaba era parar en un campo de amapolas y observar. Un día lo hice……, pero me aburrí, él se rió cuando se lo conté. Después de aquello, me han ocurrido muchas cosas, muchas señales y algunos percances que me han enseñado, por fin, el sentido de observar  «un campo de amapolas» y ahora ya no puedo vivir sin ellas.

Las amapolas son simples, aunque bellas, efímeras, pero perdurables, fuertes y a la vez frágiles y fútiles, aunque interesantes. La vida es igual……, por lo que debe disfrutarse mucho sin exigirse nada, sólo viviendo cada instante sin pedirla tanto que llegue un momento, que por su propia fragilidad se rompa. No debemos permitir que ningún idiota y entre estos incluyo a nuestro propio y exigente «yo», nos haga sentir deseos de estrangularlo, pues esa confusión que te produce esa situación, puede llevarte a tu propia destrucción, «el estrés».

No consintamos que ningún «listillo» nos rompa la vida, y si hay alguno que se atreva, que ya sabéis que siempre los hay, paremos en «un campo de amapolas» y acordémonos que sólo tenemos un ratito corto para pasar por aquí y nuestra obligación es cuidarnos y disfrutar con toda intensidad. No nos maltratemos con «estreses» sin fundamento.

Ya sabéis, amapolas, son antiestrés. Hasta mañana. Vivid y divertíos.

Deja un comentario