Perfeccionista o como yo prefiero «puntilloso».

perfeccionismo

 Me estoy replanteando seriamente desde hace tiempo, si sirve de algo ser perfeccionista. Soy un poco maniática de las cosas perfectas, y como soy mutifunción, el tiempo se me escapa inexorablemente y eso, aunque no puedo evitarlo,  no me gusta. La pregunta que me hago es siempre la misma, ¿se notará si algo no queda perfecto?  Mi amigo «yo» me dice que no, pero el duendecillo de  la perfección ataca y se lía de nuevo, las horas se duplican tratando de «poner puntillas» a ese  trabajo que seguro ya está correcto y pierdo un precioso tiempo para otras cosas.

¿Realmente compensa dedicar tanto tiempo a cosas que van a dirimirse en cinco minutos? ¿Es bueno tener angustia y desazón por no poder hacer las cosas perfectas? ¿Es necesaria la tensión que se produce al no dar las tareas por terminadas nunca?

La perfección es una cualidad, no creo que nadie lo ponga en duda, los trabajos, las cosas, las situaciones que realiza una persona perfeccionista son intachables y a todos nos gustan las cosas bien hechas, pero como toda cualidad, llevada al extremo, crea una sensación de inseguridad, pues nunca esas personas están satisfechas con lo realizado y se vuelven puntillosas, produciendo simultáneamente angustia, frustración y miedo al fracaso.

Si tu cualidad se convierte en obsesión,  implícitamente intentarás serlo en todas las facetas de tu vida, haciendo que quieras estar siempre impecable, ser puntual, ser correctísima, tener el tono perfecto en cada momento, los mejores modales, el mejor currículum, el mejor expediente académico, el mejor matrimonio, el mejor trabajo, en resumen la vida que tú consideras perfecta. Te vuelves puntilloso con todo y con todos y nunca alcanzas la felicidad, pues todas tus actuaciones te parecen imperfectas. Un horror, ¿no creéis? Porque ¿a qué nos lleva intentar ser perfectos? ¿Lo hacemos por lo que los demás pensarán de nosotros?

¿Y de donde viene ésta perfección, quién es el responsable de que muchos niñ@s se conviertan en adultos perfeccionistas?. Creo que una parte va con el carácter de la persona, pero eso es moldeable y se puede cambiar, pero otra parte importante lo produce la exigencia desmedida y la presión por ser los mejores, que desde pequeños inculcamos y con lo que «abrasamos» a nuestros hijos. Les enseñamos que para triunfar tienen que sacar las mejores notas, ser  los mejores en cualquier deporte o actividad que desarrollen, ser los más educados…. Relajémonos papás, si aflojamos en nuestras exigencias con nuestros hijos, criaremos niñ@s sanos y  felices que se convertirán en adultos sin complejos y con cualidades ajustadas.

Hoy pensando con vosotros he sacado una conclusión estupenda. Las cosas sirven igual aunque no estén perfectas. Las personas nos van a aceptar igual aunque no seamos perfectas, y sino peor para ellas, y los trabajos podemos aceptarlos un poco menos perfectos, pues aunque nos equivoquemos alguna vez, se corrige y punto. Así que relajémonos, la perfección es buena, pero sólo si sirve para que intentemos hacer «todo»  lo mejor posible, pero si se convierte en una traba, deberemos esforzarnos por dejar las cosas mediocres para demostrarnos que podemos hacerlo regular y no pasa nada.  Acordaros siempre, que lo mejor es enemigo de lo bueno.

Ahora no os paséis al otro extremo, ¡eh! ….. vivid y divertíos.

Deja un comentario