Sí, es verdad, tiene toda la razón la frase, nos complicamos la vida más de lo que deberíamos por montar un gran ovillo y liarnos de una forma impensable con temas que seguro que con tranquilidad, resolveríamos rápida y lógicamente sin agobios.
¿No os habéis dado cuenta de que tenemos una tendencia rara a coger un asunto, empezar a pensar en él y poco a poco conseguir que adquiera una importancia vital? ¡Qué masoquistas somos! Como nos gusta sufrir pensando en la cantidad de consecuencias, por supuesto todas negativas (¡para qué vamos a pensar en las positivas!) que un hecho concreto, pequeño e insignificante, va a tener para nosotros en el futuro. Reconoced conmigo, que si nos paramos a pensar un poco y sin apasionamientos, la mayor parte de las cosas que alteramos con nuestros pensamientos, son ínfimas y carecen totalmente de importancia.
Podemos en un momento, convertir una palabra poco afortunada dicho por un amig@, que seguro que solo tenía un mal día, en la mayor de las catástrofes. De ese momento a la ruptura total con él y con toda la pandilla por afinidad, solo hay un paso, nuestra cabeza orquesta rápidamente todo un cúmulo de calamidades que nos llevarán al desastre total y nos dejarán solos y desamparados.
Las cosas son mucho más sencillas, creedme. La vida, por eso es vida, va alternando momentos buenos y malos, rachas en las que parece que todo se va a terminar y no hay alternativas y otros en los que todo es radiante y maravilloso. Digo ésto, porque si ya la vida nos pone a prueba infinidad de veces, es de tontos aumentar las trabas sin motivos reales , por lo que es necesario que aprendamos a no montarnos tormentas gratuitas en nuestra cabeza.
Tenemos que hacer un esfuerzo por poner límites a nuestra mente cuando ella se empeñe en convertir una pequeña nube en una gran tormenta, pues así seremos mucho más felices, disfrutaremos de aquellas cosas pequeñas, pero importantes y no nos alteraremos por aquellos hechos insignificantes que nos puedan molestar o lastimar un poquito en algunas ocasiones. Si conseguimos limitar los efectos que sobre nosotros tienen estas últimas, lograremos tener una vida más plena.
Así que ya sabéis, próximo propósito: poner límites a nuestra mente cuando se empeñe en crear tormentas con una pequeña nube.
Hasta otro día, vivid y divertíos, por favor.
