
Hace ya tiempo, en una de mis entradas hablé del miedo, sugiriendo que como la clave de esta sensación es el poder que le damos en nuestra vida debíamos arrinconarla. Hoy me he encontrado esta frase y me pareció que es estupenda para continuar indagando cuales son las razones que nos hacen en determinados momentos de nuestra vida volver a sentir miedo a pesar tenerle casi controlado.
Siempre he pensado que el miedo es el mayor paralizante del ser humano, te frena cuando quieres hacer algo, te impide cambiar de fase, te obstaculiza tu día a día….siempre te reprime. Por ello he luchado con cualquier medio que he encontrado para dejarle un sitio pequeño en mi vida y que surja sólo cuando sea necesario. Casi siempre lo he conseguido, pero de repente un día, «una tontería» te afecta más de la cuenta, te llena de dudas y sientes que el miedo, al que se supone que ya sabias dirigir, se está aprovechando de tu «flojera» para apoderarse de tu vida. Eso no me gusta pero es tan difícil luchar contra él….
En ese momento me surgen muchas preguntas: ¿Y porqué y a qué tengo miedo? ¿Qué gano permitiendo que oprima mis decisiones o que me haga sentir inquieta e impotente ante las cosas que el día a día me presenta? ¿Será miedo o será cansancio? ¿Es inevitable que según pasan los años el miedo sea inseparable de nosotros? ¿Siempre surgirá aunque lo aparte infinidad de veces? Creo que en la mayor parte de los casos, cuando surge de repente y sin previo aviso, más que miedo es cansancio y con una buena dosis de descanso físico y mental se consigue volver a mandarle a su rincón, pero sin duda, el miedo aprovecha todas las oportunidades y no lo evitaremos sino creemos firmemente, «que todo lo que queremos está al otro lado del miedo».
Esto debe ser lo que tenemos que utilizar cuando la pasajera «hartura» de un día cualquiera, que supongo que muchos compartiréis conmigo, nos haga pensar que tenemos miedo a enfrentarnos a la vida. Al miedo no debemos darle ni una pequeña opción, porque es muy agresivo y enseguida «se viene arriba», (como dicen ahora), y nos acoquina. Y aunque hoy he escrito en primera persona, porque me ha sido más fácil, sé que no vamos a permitir, y ahora ya hablo en plural, que nos encoja, que nos haga vulnerables, que dejemos de valorarnos o que nos perdamos el cariño por un pequeño momento de debilidad y tedio… Somos mucho más fuertes que él y le tenemos dominado y sólo debe conseguir hacer lo que nosotros le dejemos. No podemos permitir que un bajón momentáneo se convierta en una permanente desazón, pues en el lado del miedo no está la felicidad.
Os deseo a todos y me deseo a mí mucha fuerza para seguir luchando contra el miedo, y como estoy segura de que somos mucho más tenaces que él, no nos vencerá.
Hasta pronto, vivid y divertíos.