
Hoy he hablado con uno de mis hijos y le he notado preocupado, lleva ya varios días, por un tema que lógicamente es delicado para él, que le roba mucha energía y le angustia un poco y como la solución de las cosas lleva mucho más tiempo del que deseamos, pues me ha causado desazón no poder ayudarle.
Así que cuando colgué el teléfono me puse a pensar en la preocupación y sus efectos sobre nuestra vida. Y sí, es un mal bicho que se nos cuela dentro y al que no somos capaces de hacer salir. Es una ladrona de la tranquilidad y todos, sin excepción, nos dejamos robar por ella, haciendo que esos momentos, horas o días que nos tiene secuestrados nos olvidemos de vivir el hoy por problemas imaginarios del mañana.
Nos quita momentos de paz, nos hace vulnerables, nos aprisiona las decisiones y nos produce un fuerte dolor de estómago… así que podemos considerarla no grata. ¿Pero qué podemos hacer para evitarla? ¿Cómo seremos capaces de conseguir que nos deje tranquilos? No he sabido tranquilizar a mi hijo y no puedo contestar a estas preguntas y lo siento muchísimo pues me encantaría poder compartir una fórmula grandiosa que evitara esta pérdida de tiempo y aunque no pueda daros recetas mágicas si que voy a intentar compartir con vosotros lo absurda que es la preocupación y lo grande que hace la sombra de un pequeño problema, pues si somos capaces de entender lo vacía que está, a lo mejor conseguimos que nos asalte menos veces. Por lo menos eso es lo que espero.
La misma definición de la preocupación «Intranquilidad, inquietud o temor que produce alguna cosa», nos da, sin querer una pista de como podemos vencerla. Relájate con esas maravillosas técnicas que existen para evadirte, cambia tu chip a un pensamiento que te produzca satisfacción (por ejemplo pensar en la maravillosa solución que te gustaría para ese problema que te inquieta), mantente ocupado con cosas que te gusten y deja que el tiempo se encargue de todo. Cuando el problema realmente llegue, si es que llega, es cuando habrá que lidiar con él.
Y aunque lo que acabo de escribir, estoy segura de que lo sabemos todos, no todos lo ponemos en práctica. Pensad que es una tontería sufrir hoy por unas malas consecuencias que no sabes si se producirán y que es mucho más positivo disfrutar pensando en un buen y deseado final, a largo o a corto plazo. Preocuparse es un pérdida de tiempo que no cambia nada, sólo nos impregna de temor y nos hace infelices, manteniéndonos absurdamente ocupados sin llevarnos a ninguna parte.
Así que después de pensar en ello, creo que si no queda más remedio que pensar en nuestro problema pues nuestro gran jefe interno así lo decide, es mejor que imaginemos una satisfactoria y deseada solución, pues así pasaremos «un rato agradable con la preocupación» y ya llegará el momento después, cuando mamá realidad se manifieste, de colocar las cosas según vayan surgiendo.
Sufrir por sufrir es tontería, ¿No os parece? Vivid y divertíos siempre y en lugar de combatir, disfrutad con la preocupación, transformándola en maravillosas soluciones posibles a nuestros problemas. Probad, seguro que da resultado.