Nosotros, los hijos.

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La vida no deja de sorprenderme y eso me encanta…. Cuando ya creía tener una idea clara de lo que los hijos podemos llegar a sentir por nuestros padres, llega una nueva situación que me hace ver, agradablemente, como en algún aspecto no es verdad lo que yo pensaba.

Siempre se ha dicho que el cariño de unos padres no es comparable con el que los hijos sentimos por ellos. Nada más lejos de alguna realidad que ahora compruebo. Me he topado gratamente con unos hijos con tanto amor hacia su padre, que están buscando lo que hacer para que éste se sienta en el momento de retirarse de sus múltiples actividades como un ser orgulloso de lo realizado. Como veis no dejan al azar lo que pueda pasar, sino que están buscando la forma de encauzar estos sentimientos hacia algo maravilloso y lleno de ternura. «Qué la labor de nuestro padre, que ha sido mucha y de mucha clase no se pueda ver nublada por unos últimos años un poco más flojos» » No nos gusta ver que los contrarios piensan que ya está acabado» » Queremos que se sienta orgulloso de lo que ha hecho y de la herencia que ha dejado». Estas son algunas de las frases que en una entrañable comida me ha dicho uno de «esos hijos».

La vida me ha demostrado de nuevo que las ideas preconcebidas sobre los comportamientos y afectos de las personas se ven casi siempre truncadas por acciones y emociones completamente distintas. ¿Que base tiene el dar como sentado que el amor de los hijos por sus padres es pequeño, desleal en muchas ocasiones y desagradecido? Eso no es cierto. Los hijos podemos ser callados, no expresar de forma clara lo que sentimos hacia nuestros padres o llevar a cabo actos en el desarrollo de nuestra vida que no es lo que nuestros padres querían para nosotros, pero eso no es que seamos desagradecidos y no valoremos lo que nos han dado o que no les amemos profundamente…. Ellos son nuestras raíces y eso a todos los hijos nos enorgullece.

Estoy en posición (jajaja como suena de contundente) de poder observar desde los dos ángulos, el de madre y el de hija y lo que veo me sorprende gratamente, en la mayoría de los casos. Como madre nunca me he sentido mal querida o subestimada o desplazada y como hija me siento absolutamente enamorada y orgullosa de mis padres. Ellos me lo dieron todo para sobrevivir en esta comedia que es la vida y me enseñaron que cometer errores y aciertos es aprender a vivir y eso lo hicieron con un infinito y desinteresado cariño. Como muchos siempre estaré agradecida y siempre amaré a esos seres entrañables que lo dieron todo sin pedir nada a cambio, pero supongo que también como muchos hijos, no he sabido demostrar ese perpetuo y constante amor que les tengo dando la impresión, al seguir mi camino, que no aprecio o que a veces incluso rechazo todo lo que hicieron por mi.

Ser hijos no es tarea fácil y en el día a día es muy complicado demostrar afecto o agradecimiento, por eso cuando a unos hijos se nos presenta la ocasión de hacer algo que consideramos necesario para que nuestros padres se sientan bien, nos tiramos a la piscina y vamos a por ello con todas nuestras fuerzas, nuestros recursos  y por supuesto nuestro infinito cariño.

No obstante no esperemos que llegue esa oportunidad y hagamos un esfuerzo para que todos los días de su vida se sienta queridos y cuidados, eso es irremplazable para ellos.

Hasta pronto, vivid y divertíos.

 

 

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