Cuando llega un mes como éste, que aquí en mi tierra es ya pleno invierno, como me gusta la tarde-noche pues en ella estoy más despierta y más ágil y comunicativa, me cuesta mucho más levantarme de la cama por la mañana. Supongo que como os pasará a muchos, para mí remolonear en la cama, es un auténtico placer. Pongo el despertador quince minutos antes para tener ese «ratito de remoloneo», y hago muchos, muchos abdominales antes de levantarme. Cuando me preguntan si hago gimnasia…., siempre recuerdo la hora de levantarme y contesto, “sí claro, todos los días”.
¿Qué diferentes somos las personas, verdad? Me imagino que todos conoceréis la clasificación entre búhos y alondras, es una forma de hacer dos montones, uno, con aquellos que hacen abdominales fuera de la cama y como la gimnasia manda y otro, con los que los hacemos en la cama en nuestros múltiples intentos de salir ella. ¡Se está tan calentito y da tanta pereza!.
Los alondras son aquellas personas que disfrutan con los madrugones, ¡rarezas de la vida, ya véis…!, pues sus cualidades, sus aptitudes y sus ganas están activas desde primera hora de la mañana y todo sale mucho mejor en esa parte del día. Los búhos, por el contrario, la tarde-noche es su momento preferido, en ella se sienten fuertes e incansables, todo es energía y la llegada de la noche es un momento óptimo para enfrentarse a lo que sea, ¡pueden con todo!. Yo soy búho, ya lo habréis notado, y me gusta trasnochar. Siempre tengo algo que hacer cuando llega el momento de irme a dormir y al meterme en la cama mi cabeza está en plena ebullición y no para de dar vueltas, así que tardo en dormir.
No es ni mejor ni peor ser una cosa u otra, pero el problema llega cuando por ejemplo, eres búho y tu trabajo, que te gusta y con el que te sientes bien, es por la mañana. Tus tiempos y los de tu actividad no coinciden. Hay que madrugar y en ese momento seguro que cualquier búho desearía que Dios ayudara a otro y cedería ese privilegio. Por mi parte todos los días, después de la » involuntaria gimnasia», llego a trabajar dormida y zombi y necesito varios cafés, a los que lógicamente me he vuelto adicta, para conseguir arrancar el motor. ¿Será que es mejor ser alondra? ¡Noooo!, pero si que es cierto que mi jornada laboral siempre se alarga, pues a la hora a la que tendría que salir, es en la que estoy más activa y hago mejor las cosas.
Sería mucho más fácil si nos hubieran clasificado desde pequeños y así elegiríamos alguna actividad que fuera acorde con nuestros ritmos. Como habréis notado el post de hoy no tiene otro fin que desahogarme, ya que como sólo sé hacer lo que hago y encima me gusta, no me queda más remedio que seguir como hasta ahora, ya que de momento no encuentro una solución.
Si podéis y todavía estáis a tiempo examinad de que tipo soy y si encontráis una profesión o actividad que os guste y sea compatible con vuestro tipo, lanzaos a ella. Seréis mucho más productivos con la mitad del esfuerzo. A los que podáis elegir, mucha suerte y a los que como yo, ya lo habéis fastidiado, a seguir haciendo abdominales por la mañana y que os consuele que vais a tener un cuerpo estupendo.
Hasta mañana que es previernes y presiento que va a ser bueno. Y no os olvidéis “Vivid y divertíos”.
